viernes, 6 de febrero de 2015


Diez cafés para el invierno

  • Selección de los más acogedores y cosmopolitas locales de la capital donde refugiarse del frío tomando un buen café


Título de la foto
Café campesino con canela, miel y panela, de El Cafelito.

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Bajan las temperaturas y el cuerpo pide algo caliente. Es tiempo de refugiarse en los cafés. Madrid ha cambiado su paisaje y ahora luce más europea con infinidad de lugares acogedores. Rincones de luz tenue, sofás, mesas de madera reciclada y aromas dulces. Reinos de la tarta de zanahoria, los bizcochos caseros y la cocina ecológica; ambientes modernos con gente charlando; espacios cosmopolitas para compartir o ensimismarse con un ordenador portátil, porque aquí las prisas no se entienden. La mayoría ofrece horarios ininterrumpidos y, sobre todo, buen café. La nómina es grande. Visitamos unos cuantos.
Federal Café.
Federal Café. Plaza de las Comendadoras, 9. 91 532 84 24. Esta cafetería, de propietarios australianos, ha importado el concepto y la estética que impera en Federal, una pequeña ciudad de la costa este australiana. Sus grandes ventanales y el ambiente familiar ejercen de imán para vecinos, estudiantes y extranjeros. Y sobre todo, "el buen trato del café", como dice Kristianya Ancheva, encargada del local. Trabajan con la firma El Magnífico, 100% arábica. Y tienen desde las variedades más estándar hasta especialidades como flat white(doble café con leche vaporizada y una capa de fina crema). Además, tienen tartas caseras ecológicas,lamington (bizcocho típico australiano de vainilla, chocolate y coco), desayunos, hamburguesas, sándwiches... Utilizan productos de proximidad, siempre que resulta posible.
El Cafelito. Sombrerete, 20. 91 084 30 96. Arrancaron en agosto, pero el boca-oreja ya les ha hecho un hueco entre los cafeteros de Lavapiés. Buen producto y trato familiar. Julio Grisales y su socio Santiago de Lucas vienen del mundo de la comunicación y el diseño, sin embargo, el universo del café es algo familiar para el primero. De origen colombiano, de pequeño acompañaba a su padre a ver las fincas, en su tierra, por eso tiene conciencia de que "un producto mimado durante años, no se puede echar a perder en medio minuto de preparación en un bar". Aquí eso no ocurre. Sirven una mezcla de la casa, 100% arábica, molido al momento y bien hecho. También ofrecen variedades que cambian cada mes. Destacan creaciones propias como el Toño: café, leche, crema de orujo, nuez moscada y miel, o El Campesino: con canela y miel. Un aviso: su bizcocho de almendras egipcio es adictivo.
Il Tavolo Verde. Villalar, 6. 91 805 15 12. Una joya escondida al lado del Retiro. Un local precioso que es tienda de antigüedades, café y restaurante. Al frente, Martina García y Leo Volpe-Prignano, quienes hace poco más de un año decidieron dar un giro de 180º a sus vidas. "Más que un trabajo es una forma de vivir. Integramos decoración y gastronomía. Tenemos huertos propios, orgánicos, y todo lo que ofrecemos va con la misma filosofía", comenta Leo. Buen café, por supuesto, ecológico, y preparado al gusto del cliente. Y para mojar: bizcocho anglosajón de calabaza, tartas caseras, tartaletas... El mobiliario, todo, se puede comprar: sillas, mesas, espejos, cómodas, muchos diseños escandinavos en madera del siglo XVIII y XIX.
Interior de II Tavolo Verde.
Toma Café. Palma, 49. 91 702 56 20. Sin duda alguna, el santuario cafetero de Madrid. Como dice su responsable "aquí lo primero es el café y luego lo demás". Santiago Rigoni, promotor del proyecto, lanzó su propuesta en 2011 "como una necesidad. Era difícil encontrar un sitio donde tomar un café en condiciones", asevera Rigoni. Tienen un loable afán didáctico, sin caer en el adoctrinamiento. Preparan las bebidas con máquina o con filtro, y aconsejan probarlo con éste último. "Con filtro necesita más tiempo, uso tres o cuatro minutos, y también medimos la temperatura para conseguir dulzor y cuerpo", asegura Santiago. Manejan varios sistemas: v60, chemex, aeropress y syphon. A muchos les sonará a chino. Da igual, el resultado es espectacular. Trabajan con un microtostador holandés y elaboran su propia mezcla. Flat white, cappuccino con naranja, doble expresso... Además, tostadas con pan de Panic y dulces caseros.
Mür Café. Plaza Cristino Martos, 2. 91 139 98 09. Un plan ideal para antes o después del cine. Ubicado enfrente de la Plaza de los Cubos, al final de las escaleras de piedra que dan a la Plaza Cristino Martos, se ha convertido en refugio habitual de estudiantes y amantes de la cocina saludable. Tiene dos plantas y una decoración a lo cotagge inglés, con vigas de madera vista e incluso una chimenea en el piso superior. Cómodos sofás, butacas, mesitas, y balcones con vistas a la calle, y por supuesto, una carta inmensa que unida a su extenso horario abarca todas las citas con la comida. Cafés clásicos, tés, rooibos, tartas artesanas, bagels, ensaladas, e incluso algunos dulces veganos. Lo tienen todo, o casi.
Mür Café.
Café de la Luz. Puebla, 8. 91 523 11 99. Abrieron por las bravas en 2009, en plena crisis, dos amigos con ganas de cambiar su rumbo vital. Empezaron tres personas, con un horario reducido. Y hoy es un local de moda en Malasaña, atendido por un equipo de nueve almas donde se puede desayunar, picar o tomar una copa. Es un espacio acogedor con dos rincones, a ambos lados de la barra, que emulan un salón hogareño: lámparas, butacones, cuadros, estanterías con libros... Y en cuanto al café sirven las mezclas de un tostador holandés, Pelican Rouge, "porque después de varias catas fue el que nos convenció", afirma Rubén Valdés, uno de los socios del proyecto. Lo ofrecen en muchas variantes, desde las tradicionales hasta creaciones como el café calypso, con miel, limón, tía María y canela o el asiático, con leche condensada, brandy, triple seco, limón y canela. Para acompañar tienen tartas caseras, tostas, sándwiches, quichés...
Anticafé. Unión, 2. 91 541 76 57. El nombre no debe engañar a nadie, aquí se toma buen café. Marto Martillos, uno de los socios del invento, vivió en Torino, Italia, y de allí se trajo una cultura en torno a la negra bebida. "Allí tuve una exigente formación respecto al trato de materias primas: leches, natas, tipos de café, temperaturas y tiempos de servicio, etc.", cuenta Marto. Esa experiencia se refleja en la carta y en la mesa. Usan un 100% arábica de tueste natural y confeccionan las típicas variantes que conocen los madrileños, pero bien hechas. Disponen de leche fresca, de soja o de arroz para versiones veganas, cacao artesano y una carta de tés biológicos. Un local con mucho encanto, gente guapa y ambiente internacional.
'Carrot cake' de Anticaafé.
La PiolaLeón, 9. Uno de los locales con encanto del Barrio de Las Letras y pionero en los atrezos retro. Fusiona la estética del bar de toda la vida con la esencia acogedora de un café. Su propietaria, Marina Urgoiti, afirma, sin embargo, que lo suyo es un bar, bar. De hecho, conserva la barra tal y como estaba cuando lo cogió el local hace ya 11 años. Sí, pero con perfume cafetero. Buen trato en cuanto a elaboraciones clásicas e italianas, que para eso el nombre, La Piola, es un homenaje a las tascas antiguas del Piamonte. También una amplia carta de tés, chocolates, tartas caseras (ofrecen tres diarias) y un picoteo ligero para todo el día. Para desayunar, comer, merendar, tomar la primera copa... Para todos los gustos.
Dray Martina. Argensola, 7. 91 081 00 56. Uno de los locales de moda en Alonso Martínez. Sus responsables, un equipo formado por la gente de Madrid in Love, Maricastaña y el coolhunter Pagoa Larena, lo etiquetan como un restobar, pero la apariencia lo acerca a los típicos cafés europeos. Una decoración de cuento, con paredes blancas, espejos, elementos de madera y lámparas, crea un efecto luminoso que atrae a un público joven. Los horarios infinitos le dan margen para atender todas las citas con la comida y la bebida. Tés y cafés orgánicos, repostería propia y brunch los domingos, dentro de una oferta que busca la originalidad.
Café Molar. Ruda, 19. 91 172 57 40. Más librería que café, como lo definen sus dueños, cierto, la gente viene a buscar una novela o un cómic o un disco, pero también a sorber con calma su bebida caliente o a tomarse un pedazo de tarta casera, sin prisas. En 2011 dos filológas, Ana y Kika, y un periodista, Antonio, unieron sus pasiones en un solo espacio: libros, discos y cosas del beber. Es un local pequeño, tranquilo y con un hilo musical alimentado con vinilos de su stock. Unas cuantas mesas rodeadas de libros, una parte trasera con una pequeña barra y una zona para la venta de música. Sencillo y cómodo. Sirven un café multipremiado, Fusiones, y entre su clientela triunfan el bocata de Nocilla, las tartas y los bizcochos artesanos. Además, son un espaciodogfriendly. Hace mucho frío para dejar al perro fuera.

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